Explorando la cuna del Imperio Inca
- Maggie

- 6 jul 2023
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 14 may

Este fue un viaje especialmente preparado como regalo de cumpleaños para Lucas, es una tradición que establezco para mis nietos cuando cumplan 13 años. Y como tal, Lucas que es el mayor, inicia esta costumbre maravillosa de compartir en solitario con cada uno de ellos.
El lugar elegido fue la cuna del imperio incaico.
Salimos de Santiago muy temprano, descubriendo nuestro aeropuerto nuevo, recién estrenado.
Luego de un vuelo de 3 horas y media llegamos a Lima y luego conectamos a Cuzco.
Un viaje agradable de 1.15 horas de vuelo.
Fuimos conducidos a nuestro Hotel, de categoría 3 estrellas, perfecto para nosotros. Convenientemente ubicado a 4 cuadras de la Plaza de Armas, punto de referencia cada vez que uno aloja en una ciudad histórica.
Como corresponde cuando llegas a un lugar de altura, estuvimos el resto de la tarde descansando. Yo tomaba mate de coca y menta. Comimos poco, así el estómago reacciona bien ante la altura.
A la mañana siguiente salimos a caminar hacia la Plaza de Armas.
Manco Cápac y Mama Ocllo fueron los fundadores de la ciudad del Cusco. Se dice que el Dios Inti, padre de Manco Cápac, les encomendó la gran misión de iniciar una campaña de aprendizaje y enseñanza al pueblo y formar el Imperio Inca.
El Dios Inti les dio una vara de oro y les dijo que “formarán el Imperio de los Incas donde la vara se hunda”. Recorrieron muchos kilómetros hasta que la vara se hundió, de repente, cuando pasaban por un pantano. Dicho pantano ahora es conocido como la Plaza de Armas de Cuzco.
Cuando los españoles se hicieron cargo de la ciudad, los edificios incas fueron reemplazados por iglesias y casonas coloniales.
La plaza aún mantiene la mezcla de arquitectura del periodo Inca y colonial, debido a que muros incas sirvieron como cimientos para las construcciones coloniales.
Comentamos lo emocionante que es sentir que caminas sobre la historia mientras caminábamos en subida por la calle Hatunrumiyoc, estrecha y de piedra. Famosa porque ahí se encuentra la piedra de doce ángulos, que destaca por su gran acabado.
Luego de un rápido almuerzo mirando hacia la plaza de armas, salimos para hacer un recorrido que comenzó por las ruinas de la fortaleza Sacsayhuaman.
Este complejo se empezó a construir en el siglo XV por orden de Pachacutec, uno de los incas más importantes del Imperio. Quedamos impactados ante los increíbles muros de bloques de piedra formando 3 plataformas superpuestas.
Se puede caminar por las diferentes plataformas utilizando escaleras y puertas hechas de piedra como la fantástica Puerta del Sol. Las piedras de los muros alcanzan los 400 metros de longitud. Parece increíble cómo las hicieron considerando que las piedras no son del lugar sino que fueron traídas desde lejos por miles de hombres…
Volvimos a Cuzco para visitar el Qorikancha, conocido como “el templo dorado”. Este fue un templo construido por los incas dedicado al dios Sol que con el paso del tiempo se amplió y embelleció hasta convertirse en el lugar de culto más importante del Imperio Inca.
Los grandes bloques de roca maciza se unían sin ningún tipo de mortero, hasta formar grandes muros.
Estos muros eran recubiertos con láminas de oro y delimitaban varios templos dentro del lugar, como el del Sol, la Luna y las Estrellas. Con la llegada de los españoles se construyó el Convento de Santo Domingo encima de Qorikancha, destruyendo la parte superior del templo inca.
Luego de asombrarnos con todo el oro que vimos en la catedral salimos a caminar por la plaza y a sentarnos en un salón de té para comentar sobre ¡nuestro increíble día!.
Al día siguiente retrocedimos en el tiempo al visitar el Hotel Monasterio, el mejor hotel de Cuzco, una construcción de 1592. Altamente recomendado para mis clientes que gustan de viajar a hoteles de lujo.
Y como contraste a la salida llevé a Lucas a conocer el Mercado de San Pedro, el más antiguo y conocido de la ciudad. Fue construido por el famoso Gustav Eiffel, autor de la Torre Eiffel y en su interior vimos puestos de todo tipo de alimentos propios de Perú como el maracuyá, piña, maíz, la yuca, la papa andina.
También es un buen lugar para comprar artesanía y probar platos típicos locales en alguno de los puestos de comida. De hecho ahí almorzamos muy bien y a ¡un precio increible!
Y para completar un día entretenido le tenía una sorpresa a mi nieto: él ama los chocolates (como toda mi familia), y yo ¡reserve un curso para hacer chocolates en el Choco Museo! Aprendimos sobre el grano de cacao, su cultivo y su historia. Y por supuesto hicimos nuestro propio chocolate desde los granos de cacao aprendiendo todo el proceso.

Volvimos al hotel felices con ese dia y a preparar nuestro equipaje para salir al día siguiente a Machu Picchu.
Nos recogieron de madrugada del hotel y dos horas después llegamos a la estación de Ollantaytambo.
Salimos en el tren Vistadome hacia Aguas Calientes.
El trayecto de una hora y media se hace corto mirando los paisajes por esos ventanales enormes, y con un show folklórico que nos presentaron en el primer vagón.
Llegamos a Aguas Calientes y a los pocos minutos abordamos nuestro bus que nos llevaría hacia lo alto de la montaña para entrar a Machu Picchu.
Machu Picchu, la ciudad perdida de los incas, es considerada una de las siete maravillas del mundo.
Esta antigua ciudad inca, que quedó oculta entre las montañas y la vegetación hasta que en 1911 la descubrió el explorador Hiram Bingham destaca por sus ruinas del siglo XV como la piedra Intihuatana, el Templo del Sol, el Templo Principal, el Templo del Cóndor y la Sala de las Tres Ventanas.
Para conocer mejor la historia de esta antigua ciudad y no perderte ningún lugar interesante, es recomendable hacer una parte de la visita con un guía.
Como dato si quisieras subir al Huaynapicchu hay que reservar la entrada con varios meses de antelación, ya que tiene un cupo limitado de visitantes diarios.
El recorrido y permanencia normalmente toma 3 horas, pero si uno quiere se puede quedar más tiempo recorriendo, o simplemente meditando.
Bajamos a Aguas Calientes y luego de un delicioso almuerzo de tres platos en el Café Inkaterra fuímos caminando a nuestro hotel ubicado prácticamente dentro del río!
Al día siguiente salimos temprano en tren a Ollantaytambo, en el Valle Sagrado.
Un enorme fuerte inca con grandes terrazas de piedra sobre una ladera. Se encuentra situado a 2792 metros de altitud y tiene una antigüedad de 3500 años. Se cree que su construcción fue orientada en dirección hacia la ciudad del Cusco, pues sus arquitectos buscaban defenderse de los Incas.
Paseamos por sus calles terrosas y soleadas en ese momento, visitamos el Baño de la Ñusta donde la mujer Inca se bañaba para purificarse. ¡El agua todavía fluye en el mismo lugar!
Visitamos también el Templo del Sol, construido con el mismo tipo de bloques de piedra, perfectamente tallados y unidos con matemática precisión, que se encuentran en Machu Picchu, Coricancha y Cusco.
Comimos unas deliciosas pizzas a la piedra y yo probé una cerveza artesanal increible.
Nuestro tren salió a media tarde de regreso a Cuzco, un viaje de dos horas.
No terminaron nuestras levantadas de madrugada ya que al día siguiente nos recogieron a las 6am. para iniciar una aventura maravillosa.
Luego de 2 horas de viaje paramos en Lupita Lodge a desayunar en forma muy contundente para prepararnos para lo que nos esperaba.
Luego de una hora y media más de viaje finalmente llegamos a la montaña de siete colores de Palccoyo. Una cadena montañosa ubicada a los pies del nevado Ausangate
y cuya superficie posee una coloración de varios colores debido a la presencia de distintos tipos de minerales.
Posee varias semejanzas con el famoso Vinicunca (la montaña de los 7 colores) aunque la caminata hacia Palccoyo es más corta y menos difícil. Igual, esta montaña se ubica a gran altura por lo que se trata de un atractivo turístico natural y extremo.
El acceso cuesta 10 soles. Bajamos de la camioneta y comenzamos a caminar, por mi parte con cautela ya que cada cinco pasos sentía que se me salía el corazón. Como no todo el camino es el subida, en las partes planas me recuperaba y continuaba en medio de paisajes increíbles y de una luminosidad como de otro mundo.
Nos demoramos una hora en llegar a la cima, a 5.200 mts.
Muchísimo viento y frío no impedía que nos tomáramos las mas lindas fotos, un lugar así no lo podíamos dejar de fotografiar.
Mas tarde retornamos en la camioneta y almorzamos en el mismo restaurant, comida deliciosa, la chef-dueña tuvo la generosidad de compartir conmigo su receta de una fabulosa sopa de quinoa. Llegamos rendidos al hotel!
En nuestro último día fuimos temprano a San Blas, el barrio más bonito y con más encanto que ver en Cusco. Paseamos por las calles estrechas y empinadas de adoquines.
Visitamos la Iglesia de San Blas, la más antigua de la ciudad construida sobre un templo inca a la que merece la pena entrar, para ver su fantástico púlpito de madera tallada. Visitamos antiguas casas coloniales y buscamos regalitos originales en alguna de las tiendas y talleres artesanales.
Hicimos una visita también al Museo Precolombino, en la plaza Las Nazarenas. Es el único museo dedicado a recuperar al arte de las culturas del antiguo Perú.
Me da mucho gusto que mi nieto disfrutara de cada cosa que descubrimos.
Como despedida almorzamos en un excelente restaurant de la plaza de armas comiendo risotto de locro con anticuchos de queso, milanesa a la cuzqueña y el suspiro limeño más rico de Cuzco.
Y así terminó nuestro viaje inolvidable que me reafirma la idea de que lo mejor es viajar con un hijo o nieto en solitario. El disfrute está marcado por lo que significa compartir las emociones e impresiones de todo lo que vas conociendo. Se los recomiendo y por supuesto se los organizo!
Explorando la cuna del Imperio Inca





















































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