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Complicidad en Antigua

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La excusa de ella para este viaje a Guatemala  era entrevistar a un personaje importante. La excusa de él era contactar a un famoso arquitecto para ideas relacionadas con su proyecto.

 

Las excusas eran necesarias, siempre había que tenerlas para cada encuentro aparentemente casual, escapada de fin de semana y en especial una al extranjero, esa había que pensarla muy bien. Por sus profesiones ambos podían tener la mejor excusa.

 

Morgana es periodista política, trabaja para un conocido periódico de la capital. Asertiva y muy inteligente otra de sus pasiones es la artesanía. Elegir Guatemala tuvo varios motivos: entrevistar a Rigoberta Menchú Tum, una campesina ganadora del reciente Premio Nobel dela Paz.  El otro motivo conocer uno de los países más fascinantes a su juicio en lo que se refiere a artes indígenas.

 

Philippe es arquitecto, renombrado, autor de varios proyectos relacionados  con organismos internacionales. Elegir el destino que en su caso es Antigua Guatemala es conocer al renombrado arquitecto Américo Giracca, autor de la remodelación del famoso Hotel Casa Santo Domingo.

 

Ella elige cuidadosamente las prendas que pondría en la maleta. No era un viaje cualquiera, viajar con Philippe representaba la aventura, el riesgo de lo prohibido, todo lo que se espera de un viaje de esta naturaleza. Es una mujer de 45 años, con un cuerpo firme modelado por intensas visitas al gimnasio, cabello pelirrojo y ondulado, grandes ojos cafés y una nariz respingada que le da un aire de menor de edad.

 

Philippe como de costumbre va poniendo en la maleta lo primero que encuentra, lo que sí piensa es lo increíble que será este viaje para él y Morgana. Cada día le gusta más esta mujer. Él tiene 54 años, alto y delgado, con un aire desgarbado quizás marcado por su barba entrecana, y su cabello un tanto desordenado. Sus ojos verdes no se aprecian mucho detrás de los anteojos, que le dan un aire muy interesante.

 

Su relación tenía casi dos años, se conocieron en una fiesta de cumpleaños de amigos en común y la atracción fue inmediata. Ambos tenían trabajos de mucha independencia y horarios libres por lo que no fue difícil entablar una relación clandestina. Se veían cada vez que podían, a veces breves citas a la hora de almuerzo, algún jueves toda la tarde, y si se podía un fin de semana fuera previa excusa bien documentada.

 

Esa mañana Morgana toma desayuno con su marido y sus dos hijos, ríen y hablan trivialidades.

  • Buen viaje mi amor - le dice Marco.

  • Gracias querido, te llamare cuando esté instalada.

  • ¡Buen viaje mamá! - dicen los hijos al unísono.

  • Gracias mis amores, pórtense bien y no hagan rabiar a su padre.

 

Philippe por su parte se levanta apurado y se prepara un café parado en la cocina mientras su mujer prepara la lonchera para su hija universitaria.

  • ¿A qué hora sale tu vuelo?

  • En la noche, tengo un día de locos así que llevo mi equipaje a la oficina y luego iré al aeropuerto. Te llamaré cuando llegue.

  • Si, recuerda que Fanny tiene su acto pasado mañana temprano y sería bueno que la llames.

Acto seguido ella sale de la cocina y luego de un breve beso de despedida sube al segundo piso.

 

Ella sale en un vuelo de Copa al mediodía, que luego de una escala de tres horas continuará a Guatemala.

El saldrá en un vuelo de American Airlines esa noche, para volar a Miami y luego una conexión inmediata a Guatemala.

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Morgana aloja en el Westin Guatemala. Al día siguiente debe encontrarse con Philippe en el aeropuerto. La llegada a Guatemala la decepciona, porque ha añorado tanto viajar a este país que imagina que desde la llegada será algo especial, y no, es un aeropuerto muy común, y el barrio muy feo; como  en todas las ciudades, los lugares aledaños al aeropuerto no tienen ninguna gracia. Un día con un cielo nublado le da la bienvenida. Luego del registro, va directamente a su habitación, rápidamente una ducha y a la cama.

 

Philippe llega cansado, no durmió en el avión y la escala en Miami fue muy pesada, no está de humor para nada. Solo de pensar que no irá directamente al hotel le pone de malhumor. 

Al salir de la aduana su rostro cambia al ver a una mujer pelirroja y crespa que lo mira coqueta, con jeans y una blusa blanca y escotada Morgana está muy guapa, claro, ella pudo dormir.

 

Sin temores a ser vistos como en Santiago,  se abrazan y se dan un largo beso. Los interrumpen taxistas que ofrecen sus servicios, un encargado de shuttle a distintos puntos, y entre ellos ven acercarse a un joven moreno con un letrero: “Philippe Moret”. Será el encargado de llevarlos a Antigua. No les pareció interesante quedarse la primera noche en Guatemala, tenían pocos días y no era necesario. Un auto confortable y amplio los lleva ahora hacia su primer destino.

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Luego de una hora de trayecto por una carretera polvorienta llegan finalmente a Antigua Guatemala. Esta pequeña ciudad ubicada en el sur de Guatemala tiene como característica que está rodeada por volcanes. Era conocida como Santiago de los Caballeros y posteriormente como Antigua, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1979.  

 

Nada más llegar los envuelve la atmosfera encantadora de la ciudad, mezcla de romanticismo con misterio. Una ciudad preservada casi en un cien por ciento,  de estilo colonial español, cuyos edificios en su mayoría fueron restaurados después del terremoto de 1773. 

El chofer se da unas vueltas por calles pequeñas con casitas de adobe, alternadas por grandes mansiones. Pareciera que nadie vive ahí, el sol es abrasador y las calles están vacías, como en todos los lugares de intenso calor.

 

Finalmente enfila por un camino rodeado de árboles en cuyo fondo se vislumbra una vegetación tupida con chispazos de buganvilias, y hacia el final de un pasillo con gruesas paredes de piedra, una edificación color terracota o podría ser rosado colonial, no se distingue mucho con la intensidad del sol.

Han llegado al Hotel Casa Santo Domingo, ubicado en el antiguo convento de Santo Domingo que alguna vez fue uno de los conventos más grandes de América. Su historia se remonta a 1538 cuando los Dominicos llegaron a Guatemala. Tenía 2 torres con 10 campanas. Lamentablemente fue completamente destruido en 1773 por la acción del terremoto de Santa Marta y actualmente parte de sus ruinas han sido transformadas en este hotel de 5 estrellas.

 

Caminan de la mano hacia la entrada, a lo que parece ser un lobby: bajo un altísimo cielo una mesa de roble antiquísima sobre la cual reposan grandes candelabros con pintura de pan de oro y adonde atiende el personal de recepción. Detrás de ellos un mural también tallado en madera con incrustaciones de piedras y algunas pinturas religiosas, todo esto rodeado de plantas enormes y muebles imponentes. Hacen su registro y de inmediato un botones toma sus maletas y los guía hacia un pasillo que los conducirá a su habitación.

 

Siendo un monasterio en ruinas su ambiente y carácter monacal es impresionante. Preserva la arquitectura barroca de la época colonial y contiene varios tesoros de esa época que uno va encontrando a su paso.

El pasillo es sombrío solo iluminado por velas a todo lo largo, y a su paso pueden ver pequeños nichos cavados en la muralla sin precisión, toscamente, como con un machete, adonde se guardan reliquias religiosas. 

Les da la sensación de haber vuelto atrás en el tiempo, todo es tan antiguo y cada cierto trecho se aprecia las grietas que dejó el terremoto.

 

Llegan a la suite que tienen confirmada y un suspiro de admiración los hace pasearse por los amplios espacios. Morgana se tira de un salto a la cama y salta y Philippe entra inmediatamente a darse una ducha.

 

Rápidamente luego de deshacer las maletas se dirigen al comedor al aire libre, en medio de la frondosa vegetación que le da un aire tropical. Los mozos que atienden están vestidos a la usanza maya, con pantalones estrechos y cortos, que dejan ver las ojotas de cuero.  Completa el atuendo una chaqueta corta sobre una camisa blanca bordada.

Toman una cerveza helada que precede a un ceviche increíble y posteriormente a un pepián, plato típico con diferentes carnes, vegetales y especias.

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Más tarde al caer el sol salen a caminar por la bella ciudad, y llegan a la Iglesia de la Merced. Muchas personas deambulan por los alrededores, parejas de enamorados, vendedores de algodón de azúcar, niños tomando helado con sus padres. De algún lugar sale un olor a carne asada y se escucha una música alegre. Morgana y Philippe visitan la antigua e histórica iglesia, amarilla y con detalles minuciosos y delicados en blanco que dan la sensación de un encaje, admiran sus obras de arte y deciden volver al Hotel a descansar. Mañana será un día atareado para ella, y debe preparar su entrevista a Rigoberta Menchú Tum, ganadora hacía unos meses del Premio Nobel de la Paz. 

 

Esa noche después de la comida, ambos se dirigen al centro de negocios del hotel para pedir llamadas internacionales a la operadora. Deben hablar con sus respectivas familias.

 

Morgana habla con sus hijos, les pregunta cómo ha estado su día y pregunta por Marcos, su esposo. Salió le dicen los chicos, y le comentan que la abuela vendrá a quedarse con ellos. Por su parte ella cuenta lo poco que ha visto pero lo que la impresiona estar en esa histórica ciudad, y detalla la historia del hotel. Se despide tranquila de haberlos escuchado.

Por su parte Philippe habla con Fanny para preguntarle como salió el acto en la universidad, es su hija amada y todo lo que hace para él es motivo de admiración. La escucha atentamente y por su parte le comenta lo lindo que es Guatemala, que estará unos días en Antigua y que lo emociona más es que conocerá a un famoso arquitecto que es su inspiración. Luego conversa con Fabiana, su mujer está algo alterada, al parecer un cliente del bufete la hizo pasar un mal momento ese día. Le pregunta algunas cosas y se dicen buenas noches.

 

Caminar por Antigua es volver el tiempo atrás, es lo que le parece a Morgana cuando a la mañana siguiente va en taxi al centro histórico, la ciudad quieta y señorial parece cobijarla, sus muros firmes llenos de relatos escritos en sus capas de cal y pintura la emocionan. Va con la sonrisa y el ánimo del que pasó una noche de amor intensa en un lugar mágico. Se considera una afortunada de la vida que tiene, aunque de pronto tiene remordimientos por estar ahí con este amor infiel teniendo una linda familia, pero se le pasa al pensar que esta relación no tiene proyecciones ni ataduras, una relación libre y que la hace feliz.

 

En La Sexta Avenida está la dirección adonde debe hacer su entrevista.

Poder entrevistar a una mujer como Rigoberta Menchú Tum es un privilegio.

Una mujer nacida en un hogar pobre, e hija de un catequista muerto en la embajada de España en 1980 y una comadrona que ejerció desde los 16 años, hasta que fue asesinada a los 53.

Luego de una hora de escuchar atenta las declaraciones de esta singular mujer símbolo de la lucha campesina, se despide y sale caminando al encuentro de Philippe con quien va a tomar un café y seguir conociendo este lugar que a cada momento le parece más romántico. Puede ser que efectivamente lo sea o gracias a su estado de ánimo que  parece mantenerla a 10 centímetros del suelo.

 

Philippe ha llegado al centro y camina en torno a la plaza principal observando la composición arquitectónica, y los detalles que rememoran siglos de historia, por algo aquí estuvo la capital del reino. Le llama la atención la cantidad de indígenas que caminan vistiendo trajes autóctonos, orgullosos de su tradición, las mujeres y hombres que ofrecen en pequeños puestos sus trabajos textiles de una belleza arrobadora. Le gusta mandar postales, algo que cada vez es más difícil, ya que con la llegada de Internet las comunicaciones escritas van siendo cada vez más escasas. Pero a él le gusta ese pedacito de papel que es como una muestra de la ciudad que visita. Mientras buscaba la apropiada tuvo un presentimiento, una sensación de inquietud, de esas que raramente lo asaltan pero que le preocupan porque su intuición no le falla. Es un hombre con sensibilidad femenina, escaso en nuestro tiempo, por lo que se siente incómodo con esa sensación que atenaza su garganta.

Decide espantar los pensamientos, de modo que compra las postales y sigue caminando al punto de encuentro con Morgana.

 

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Toman un café en la calle que enfrenta el Arco de Santa Catalina, lugar icónico de Antigua. Dice la historia que cuatro monjas fueron elegidas para establecer el convento de Santa Catalina Martir, para religiosas de clausura.

Con los años creció tanto el convento que debieron comprar el terreno de al frente de la calle para construir un anexo. El problema era que no se podían comunicar ya que al ser monjas de clausura no podían salir lo que representó un problema y pidieron al municipio cerrar la calle. El municipio no lo aceptó por supuesto pero estuvo de acuerdo en construir un arco que uniera la calle, con un puente por dentro, absolutamente tapado, de ese modo las monjas podían circular libremente.

 

Preguntan a la señora que los atiende en el café por el mercado de artesanías. Uno de los motivos de interés para los dos son los textiles guatemaltecos por lo que toman un taxi que los lleva raudamente a uno de los más importantes centros artesanales.

Llegan a una construcción blanca con un gran patio central en el que se extienden los mantos bordados sobre el pasto, cuya profusión de color los deja maravillados.

A los lados y en dos pisos hay tiendas donde venden los famosos huipiles, bordados a mano o industriales, otros tienen vestidos, bolsos y carteras, así como todo tipo de elementos bordados.

Les han dicho que lo más importante es regatear, no compren lo primero que vean, sino que primero recorran todo el lugar y cuando encuentren lo que les gusta pregunten cuantos ketzales cuesta y comiencen a regatear. A Morgana le parece divertido, no así a Philippe, que no es muy amigo de las compras, y menos del regateo.

 

Almuerzan en un lugar dentro del mercado.

La gastronomía guatemalteca no es muy variada. El maíz y los frijoles son la base de la cocina de este país, y junto con el plátano frito se encuentran en

el desayuno, almuerzo o cena. Todos los restaurantes ofrecen caldos, sobre todo el de gallina. Un plato típico de Guatemala es el jocón, un guiso de pollo con papas y porotos verdes servido con arroz blanco. Tambien están los tamales. Otro plato típico de Guatemala es el pache. Se prepara con papa molida, salsa de tomate, carne, ají verde picante y se sirve envuelto en una hoja de plátano.

 

Vuelven exhaustos al hotel y desde la entrada sienten una música de coros de corte religioso. Al caminar hacia su habitación por los arcos después del lobby pueden apreciar una gran construcción afuera, que con la luminosidad del atardecer es dramática porque se recortan los arcos altísimos y ruinosos de la antigua iglesia. Deciden acercarse y quedan sobrecogidos: la iglesia esta iluminada en forma indirecta por miles de velas, y rosas blancas adornan la antigua nave central, cuyas columnas y muros tienen grietas y muchos de ellos son una sombra del pasado mostrando sus espaldas añosas, pero el conjunto tiene algo de teatral. Es la sensación que produce la fusión de las ruinas con la decoración blanca y los coros de fondo.

Se va a celebrar un matrimonio al parecer, se detienen en la entrada, respetuosos, a escuchar los cantos que un grupo de jovencitos eleva por todo el lugar.

Permanecen largos minutos en la contemplación de este verdadero espectáculo, para luego continuar hacia su habitación.

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Esto es como un sueño – dice ella al entrar y contemplar los candelabros prendidos sobre la mesa del centro del pequeño living, en donde reposa una gran fuente plateada con frutas, quesos y chocolates. Una botella de champaña espera en un recipiente con hielo. ¡Somos muy afortunados!

 

Gracias por haberlo elegido mi amor - responde Philippe rodeándola por detrás con sus brazos y besándole el cuello.

 

Al día siguiente es él quien se debe preparar para la reunión que tiene organizada con Américo Giracca, uno de los arquitectos más destacados en los últimos años en Guatemala. Despierta muy temprano y sale quedamente para no despertar a Morgana.

Lleva sus papeles y se sienta en una mesa cercana al comedor para repasar su presentación. Elige ese lugar porque está parcialmente al aire libre. El canto de los pájaros lo sobrecoge, es un hombre sensible y siente que todo es perfecto en este día. El color del amanecer es rosado, y comienza el ajetreo del comedor para preparar el desayuno. Él se concentra en lo que debe preguntar a Giracca, cuya obra se encuentra principalmente en La Antigua Guatemala donde ha diseñado algunas de las casas más hermosas de la zona. Destaca el propio Hotel Casa Santo Domingo, en donde trabajó para convertirlo en hotel-museo, sin que perdiera la belleza colonial.

Se reunirá con él para almorzar, un almuerzo de negocios, ya que el connotado arquitecto tiene solo una hora para concederle.

 

Revisa sus papeles, todo está en orden, puede volver a la habitación.

Guarda sus carpetas, y mira a su alrededor deleitándose con una música de Bach que comienza a escuchar por los parlantes.

De pronto le vuelve esa sensación de angustia, una premonición. Segunda vez en dos días - piensa - debo estar muy agotado intelectualmente y mis emociones me juegan malas pasadas.

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Camina a lo largo del pasillo hasta llegar a su habitación. Entra despacio para no despertar a Morgana, pero ella ya lo ha hecho y sentada en la cama lee el periódico que alguien dejó en la puerta.

 

Este lugar es increíble, y este hotel magnífico - dice Philippe – nada puede estar mejor, y se inclina a besarla apasionadamente. Destapa la ropa para acostarse a su lado pero ella salta de la cama sonriendo.

Yo me voy a la ducha - lo mira coqueta - pero me puedes acompañar, te prometo que será divertido.

 

Todo sucede en un segundo, la puerta se abre violentamente y ambos miran con ojos atónitos a Marcos, marido de Morgana, con mirada implacable parado frente a ellos:

Esto era lo que quería ver - dice con una frialdad pasmosa.

Marcos ¿qué haces acá? - pregunta ella.

Lo que debí hacer hace varios meses – replicó - constatar lo que eres, una puta.

Y en el mismo acto lleva su mano hacia atrás y saca un revolver.

Dos balazos bastaron para derribarla, dos más para Philippe.

Y a continuación deja rápidamente el lugar.

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Fueron muchos los policías forenses y civiles, muchas las personas del hotel que desfilaron por esa habitación, por los pasillos y jardines aledaños.

Fueron muchos los periodistas que acudieron a tomar fotos y notas de este crimen de dos personas desconocidas. ¿Serían matrimonio? ¿Amantes? Eso puede ser más creíble decían varios, no era claramente un suicidio por lo que la gran posibilidad era que fuera la mujer o el marido despechado.

Había que hacer muchas gestiones, llamados a la familia, al Consulado, a las empresas que tenían registradas en sus tarjetas.

Era un bochorno para la gerencia del hotel que hubiera ocurrido un crimen en sus instalaciones, ojala que los periodistas y policías abandonaran la escena rápidamente, que no tuviera mucha repercusión este hecho, en un lugar tranquilo como Antigua, un lugar que muchas parejas elegirían como su nido de amor no era posible un hecho semejante.

 

Mientras los gerentes definían las políticas a seguir a su personal, una pareja venía llegando al hotel en un auto particular con chofer, se miraban a los ojos, felices admirando ese lugar encantado, de seguro sería una estadía inolvidable.

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