Con amigas se pasa mejor en el Mediterráneo
- Maggie

- 19 nov 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 20 nov 2019

Barcelona – Sete (Francia) – Niza (Francia) – Florencia (Livorno, Italia) – Civitavecchia (Roma, Italia) – Napoles (Italia) – Barcelona
25 de Oct de 2019
Hace mucho que quería organizar un viaje solo para mujeres. ¿Muy feminista pensaran algunos? Nada de eso, creo que la energía que transmitimos las mujeres cuando estamos juntas es muy potente; cumplí con mi propósito y el resultado fue espectacular.
Mujeres jóvenes y no tanto, una embarazada, solteras, casadas y viudas, abuelas, al parecer sin puntos en común, solo las ganas de tener un gran viaje.

Partimos un día de protesta en Santiago con temor a no llegar al aeropuerto debido a un paro de camioneros y automovilistas que invadía las rutas. Sin embargo todo fluyó y de pronto nos encontramos a bordo de nuestro vuelo tomando una copa de champaña.
Aterrizamos en Barcelona y aunque las quince horas de vuelo incluyendo las horas de espera en París nos pesaban, no dudamos en tirar las maletas en nuestra linda habitación de un hotel muy moderno y minimalista, y ¡partir a la calle!
Es tan fascinante esta ciudad que puedes ir muchas veces y siempre hay tanto que descubrir. Varias nunca habían estado en Europa por lo que era un desafío mostrarles todo lo que pudiera. Salimos caminando hacia el Barrio Gótico, mi favorito, y nos perdimos en esas callejuelas siempre llenas de misterio, algunas estrechas y casi en penumbra. No se cuantas vueltas nos dimos entre tanto laberinto, porque esa es la clave del barrio, hasta que rendidas, caímos en una taberna que tendría al menos 150 años, sus muebles ajados pero brillantes, una luz ocre que todo lo envolvía y como en un altar una vidriera repleta de tapas: chorizos, boquerones, cangrejo, anchoas, tomate, ajo, especies y un aroma increíble. Comimos, tomamos vino, y nos reímos mucho.
Nuestros días siguientes los usamos en recorrer todos los rincones que nos permitiera la caminata, pasando por los barrios elegantes del centro, el mundo de Gaudí, la Barceloneta y sus bares, la Plaza Cataluña y el mercado de La Boquería. Especial para mí fue visitar la Catedral del Mar, me debía esa visita, inolvidable.

Y llegó el momento de embarcarnos. No puedo describir la emoción de la mitad de mis viajeras, que nunca estuvieron en Europa y ahora por primera vez se subían a un barco, de tamaño moderado, 2.800 pasajeros. No era un barco de lujo, pero cumplía con todos los requisitos para un viaje cómodo, bien atendido y por lo tanto placentero.
Al día siguiente llegamos a un lugar en que yo no había estado: Sète, en Francia, asentado bajo el Monte Saint-Clair. Al acercarnos más, vimos el azul del mar añil que penetraba en la tierra por canales. Miles de yates y embarcaciones lo rodean, y la encantadora ciudad con sus colinas fue una real sorpresa. Lo recorrimos en un pequeño tren y también dimos una vuelta en un bote que nos permitió admirar paisajes que nos recordaban a Venecia.
El próximo día amanecimos en Villefranche, adonde nos acercamos en lanchas ya que el barco atraca lejos. Conforme nos acercábamos el paisaje me dejó boquiabierta por sus colores y tipos de arquitectura. Fuimos en tren a Mónaco. Caminando nos encontramos en un recodo frente a frente con el Casino de Montecarlo, y de golpe con el lujo del lugar, los autos, las vitrinas, las marcas de lujo. Nos dirigimos luego al Palacio de los Grimaldi construido en los siglos XIII y XIV y donde convergen algunas calles de la ciudad vieja. Visitamos la Catedral, donde están enterrados la Princesa Grace y el Príncipe Rainiero, y pasamos por la famosa curva Loewe del Gran Premio de Fórmula 1.
Quedamos mareadas con tanto lujo y volvimos al barco.
Al llegar a Livorno, salimos rápidamente hacia Florencia. Recorrer La Toscana es disfrutar sus pintorescos pueblecitos y villas. Llegadas en Florencia, una de las ciudades italianas más fascinantes y ricas en historia y arte, paseamos la Plaza de Michelangelo y después visitamos su famosa catedral de Santa María Dei Fiori y el campanario de Giotto. Paseamos por el Ponte Vecchio y luego por el poderoso Palazzo Vecchio, para ver la copia en bronce del famoso David de Miguel Ángel. Almorzamos en una trattoria cuya especialidad era el pappardelle con carne de jabalí. Memorable. Y también tuvimos tiempo para compras, alla son famosas las prendas de cuero y las joyas. Y para terminar el día nos esperaba la fiesta de halloween en el barco, ¡esa noche todas fuimos brujas, esqueletos o catrinas!
Amanecimos en Civitavecchia. Como cada día madrugamos para salir a tiempo hacia Roma. Hay tanto que ver en la ciudad eterna, que solo mencionaré nuestra visita al Coliseo, el monte Palatino, el Foro de Trajano, mientras el guía nos contaba los secretos de estos famosos rincones.
Dejando atrás la Antigua Roma fuímos a la Fontana de Trevi, adonde nos tomamos fotos en medio de las hordas de turistas, comimos algo apuradas y visitamos el Panteón.
Nos acercamos al Vaticano para recorrer la espectacular Plaza y entrar a la Basílica de San Pedro, la mayor iglesia cristiana del mundo. Encontrarnos con “La Piedad” de Miguel Angel ya justifica el viaje. Mis viajeras no daban mas de emoción.

Nuestra próxima parada fue Nápoles. Para ese día organicé con mi amigo Antonio, italiano, guapo y enterado, una visita a la Costa Amalfitana. Recién salidas paramos un rato a tomar fotos en Pompeya para luego parar en un típico café de la zona, adonde algunas tomamos capuccino y otras limoncello, el licor típico de la zona, para continuar a Sorrento. Encantador lugar con callecitas alegres y tienditas con cosas lindas. Amo Italia y sus pueblos, sus calles empedradas y la ropa colgada en los balcones.
Seguimos hacia el bellísimo Positano, de naturaleza insolente y curvas interminables adonde cada paisaje es mas apabullante que el otro. Nuestro almuerzo fue en una playa pequeña increible, en un lugar que les mostraré cuando vayamos.
Finalmente pasamos a Amalfi a caminar un rato y tomar un helado antes de regresar al barco. Esa era la noche de gala y despedida y había que ponerse lindas.
El ultimo día fue de navegación para descansar, disfrutar del barco, y comenzar a hacer la maleta para despedirnos de esta linda aventura que desde luego se repetirá una vez por año, con las pioneras de este tipo de viaje y las amigas de sus amigas.











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