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Admirando el mundo Maya en Yucatán

Actualizado: 14 may


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Abril 2024 – Cancún, México


Este fue un mes feliz porque me tocó salir con mi segunda nieta que cumplió trece años.

Como es tradición, cuando cada uno de mis nietos cumple esa edad lo invitó a un viaje conmigo, lo cual es espectacular, porque son protagonistas,  tienen todas las atenciones en exclusiva, ¡Y lo pasan increíble!


La única condición es que ellos deben elegir alguno de los lugares cuna de las culturas precolombinas, el viaje se ve impregnado de historia y pasa a ser una real experiencia.

Clarita eligió México, quizás fueron los mayas y su cultura, o que en la Península de Yucatán la playa está presente en todo momento; porque debo decir que mi nieta es playera, pienso que uno de sus estados más felices es con traje de baño.


Comenzamos nuestra aventura de madrugada, salimos en medio de la noche al aeropuerto. Clarita miraba todo con curiosidad y con cierta precaución.

Luego de una parada en Lima llegamos a Cancún. Un calor abrasador nos dio la bienvenida mientras esperamos a nuestro transporte privado que nos llevaría a Playacar.

Playacar es un diminutivo de Playa del Carmen, un recinto cerrado y muy exclusivo donde hay grandes mansiones y casas hermosas, todas con salida a la playa. Y por supuesto algunos hoteles entre los que se encontraba el nuestro: Iberostar Quetzal.

El hotel está a orilla del mar en una de las mejores playas de la Riviera Maya, y su estilo combina la cultura tradicional mexicana con el gran confort.



Grande fue la sorpresa del relacionador público que nos recibió cuando le conté que yo había conocido este hotel casi en sus inicios, lo había visitado con mis hijas pequeñas 

¡Y ahora volvía… con mi nieta!


Nuestra habitación era increíble, amplia, con una salida a una terraza y grandes espacios y comodidades. Clarita miraba todo con una gran sonrisa, abriendo puertas y examinando todo como una inspectora.



Dejamos las maletas a medio abrir, nos pusimos traje de baño y salimos a recorrer.

El hotel tiene un manglar en el centro, protege una sección de selva tropical, que le ha valido la prestigiosa certificación Earth Check. De modo que para caminar desde la habitación hacia el comedor debes pasar por puentes hechos con lianas, y senderos rústicos, todo en medio del sonido de los pájaros y los gritos de monos y coatíes. Toda una experiencia selvática que mi nieta observaba extasiada. 


Al llegar al sector de la piscina supuse que ese iba a ser nuestro punto fijo durante la estadía, y no me equivoqué. ¡Mi nieta ama las piscinas! Nuestro hotel tiene cuatro.  Pero era la principal la que nos encantó:  gigante llena de curvas y con diferentes alturas desembocaba en un camino hacia la playa.


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A los lados de la piscina encontramos todo tipo de tentaciones, expendedor de helados, salas para hacer manualidades, clubes de niños pequeños y medianos, bares con bebidas y con algo de comer, estaciones de comida rápida para el que quería permanecer en la piscina.

¿Y la playa? Eso es tema aparte, esa zona es famosa por sus playas anchas, de arena blanca y mar calipso, el contraste con el color de la arena llega a molestar la vista.


Luego de una ducha vino la exploración de los restaurantes. Era difícil tomar decisiones, tienen una interesante oferta de restaurantes, algunos buffets, otros de comida rápida y los mejores, los de especialidades. 

La variedad y la calidad de la comida era extraordinaria.

Para que hablar de mi Clarita, que no sabía que elegir e iba recorriendo los pasillos y las distintas opciones propuestas en el buffet. Era tan feliz que yo la miraba embobada.


No soy muy amiga de las piscinas, sin embargo estuvimos gran parte del tiempo sumergidas, yo comencé con clases de gimnasia aeróbica y Clarita disfrutaba nadando, también participó de una competencia de basketball entre equipos, tenis de piscina, y muchas otras actividades, en medio de un público feliz.


Nuestros desayunos eran épicos. Ambas amamos el desayuno, entonces era una verdadera fiesta descubrir la cantidad de cosas deliciosas y difíciles de elegir.

Nuestros almuerzos fueron generalmente en los grandes buffet que iban cambiando su oferta gastronómica cada día. Clarita no quiso nunca comer de la comida rápida de la piscina o playa, a ella le gustaban todas las opciones de probar alimentos distintos.



Hicimos caminatas por la avenida principal y única de Playacar, un lugar precioso, con mucha quietud, gente en bicicleta, familias paseando perros, gente corriendo.

Fuimos a una feria artesanal cerca del hotel donde esperaba encontrar objetos autóctonos hechos por los locales, y grande fue nuestra desilusión al descubrir que todo era chino y los precios eran exorbitantes, me quedó claro que Cancún no es el lugar para comprar la linda artesanía mexicana.


Nuestro primer gran paseo fue a Chichen Itzá, una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo. Tomamos un desayuno de madrugada, hecho especialmente para los excursionistas en una parte del comedor. 

Salimos a las 7 am y llegamos a Xel-Ha donde cambiamos de bus. Continuamos durante dos horas y media más llegando con un calor tremendo y en medio de una muchedumbre.



Este maravilloso y sorprendente conjunto arquitectónico está enclavado en plena jungla de Yucatán. La construcción de sus edificios principales no comenzó sino hasta el año 600 A.C. 

Lo primero que ves cuando entras a la gran ciudad maya es la Pirámide de Chichén Itzá llamada "El Castillo" que fue construido para honrar al Dios Kukulcán. 

Primero tuvimos una ceremonia de permiso a la tierra oficiada por un chamán. Y un tour de 2 horas en el lugar, divididas con una visita guiada y algo de tiempo libre para explorar por nuestra cuenta las ruinas, y tomar fotos.


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Después de la visita, continuamos hacia el Cenote Tzukan, donde comimos un almuerzo buffet de comida tradicional maya y bebidas.

Por si no lo saben, los cenotes eran lugares sagrados para los mayas y nadar en ellos no solo es algo completamente distinto sino también refrescante en medio de tanto calor.

Al retorno todos ibamos durmiendo. Fue un día largo pero valió la pena.


Y esa noche nos pusimos lindas y fuimos a comer al restaurant Bonsai, especialidad teppanyaki, para Clarita era todo nuevo, por lo que disfrutamos mucho.


Nuestro segundo gran paseo fue a Tulum, una de las últimas construcciones de los mayas. 

Estas ruinas son consideradas por muchos como las más bellas. Son pequeñas pero impresionantes, situadas por encima de un pequeño acantilado 15 metros limitando las azul-turquesas aguas del Mar Caribe. Las ruinas de Tulum tienen una de las playas más hermosas de la Riviera Maya.



Allí tuvimos una visita guiada de 45 minutos donde nos enteramos de la historia de esta antigua ciudad amurallada maya y las anécdotas más interesantes. Después tuvimos un tiempo libre para caminar y tomar muchas fotos.


Después de la visita fuimos al Cenote Mariposa, otra joya subterránea que desvela la magia oculta de esa zona, este a diferencia del anterior que visitamos en Chichen Itza era descubierto parcialmente. Una experiencia muy interesante.



Al regreso del tour nos quedamos en el centro. Visitamos la Quinta Avenida. Yo había ido hace muchísimos años cuando era un camino de tierra. Con los años se modernizó y tuvo cambios importantes por lo que quería visitarlo.

Caminamos por el sector de lujo, con tiendas con ropa de marcas importantes, pero precios altísimos. 

Era el momento de comprar algunos recuerdos y regalitos, mis dulces preferidos mexicanos: las glorias.

No mucho mas que comprar. No tiene sentido gastar dinero en un lugar cuyos precios son irreales.


En nuestro último desayuno teníamos nostalgia de dejar el lugar.

Fueron días muy lindos y disfrutamos tanto de cada detalle que no nos queríamos ir.

El mismo señor que nos recibió el primer día nos despidió en el lobby y le pregunto a Clarita qué le había parecido, ¡ella se quería quedar!


Nuestro transporte privado nos recogió para salir al aeropuerto

Teníamos escala en Lima. Latam anuló el vuelo y el nuevo lo atrasó también. Dando soluciones que dieron fueron erradas. En total un retraso de 5 horas.

Mis peores comentarios para Latam, sus usuales cambios de itinerario y mala resolución de problemas ante el cliente.


Pero eso fue solo un detalle en medio de los días maravillosos que pasamos con mi nieta, quien al final del viaje se manejaba como una experta en los aeropuertos…

¡Es una experiencia que no olvidaremos!


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